lunes, 19 de octubre de 2009

Realismo Mágico

Cuento
Realismo mágico del
vórtice de globalización

Un banquero de inversiones norteamericano estaba en el muelle de un pueblito costero de Urabá cuando llegó un botecito con un sólo pescador. Dentro del bote había varios pescados amarillos, rojos y grises de buen tamaño.

El gringo elogió al pescador por la calidad de los ejemplares y le preguntó que cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El pescador respondió que solo un poco de tiempo.

El norteamericano le preguntó que por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado. El pescador le dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.

El gringo luego le preguntó —¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo? El pescador dijo: “duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago una siesta con mi señora, caigo todas las noches al pueblo donde tomo cerveza y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida completa y ocupada”.

El empresario norteamericano replicó:
—“Soy un MBA de Harbad y podría ayudarte. Deberías pasar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes, eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador, eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este puto pueblo e irte a la capital, luego a Saint Louis y eventualmente a New York, donde manejarás tu empresa en expansión.

El pescador preguntó,
—”bueno, pero, ¿cuánto tarda todo eso? A lo cual respondió el norteamericano, -”entre 10 y 15 años”

—¿Y luego qué?

El gringo se ríe y dijo que esa era la mejor parte.
—Cuando llegue la hora deberías anunciar una IPO (Oferta Inicial de Acciones) y vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones!”

—”Millones... ¿y luego qué?

—”Luego te puedes retirar. Te mudas a un pueblito en la costa de Urabá donde puedes descansar, pescar un poco, hacer la siesta con tu mujer, disfrutar con tus hijos, reunirte todas las noches con tus amigos, tomar cerveza y tocas la guitarra”.

—”¿Acaso no es eso lo que tengo ya? -respondió el pescador.

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