jueves, 22 de octubre de 2009

Recuperar la Creatividad


Lectura
Recuperar la Creatividad
Trascripción hecha por
Jaime Jaramillo-Castro
con base en un poema de Helen Bukley.
Título original: El Niño. Foto 2005

«Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.
Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo: -Hoy vamos a hacer un dibujo.

Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.
Pero la maestra dijo:
Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados.
—Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores.
—¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores
, -y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.

Pero la maestra dijo:
—Esperen, yo les enseñaré cómo, -y dibujó una flor roja con un tallo verde.
El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.

Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo:
—Hoy vamos a hacer algo con barro.
—¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.

Pero la maestra dijo:
—Esperen, no es hora de comenzar -y luego esperó a que todos estuvieran preparados.
—Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar un plato.
—¡Qué bueno!
pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.

Pero la maestra dijo:
—Esperen, yo les enseñaré cómo -y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato.
—Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar.
El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo.
A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.
Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.
Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela.
En su primer día de clase, la maestra dijo:

—Hoy vamos a hacer un dibujo.
—Qué bueno pensó -el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.

Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón.
Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo:
—¿No quieres empezar tu dibujo?
—Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?
—No sé hasta que tú no lo hagas, -dijo la maestra.
—¿Y cómo lo hago? – preguntó.
—Como tú quieras -contestó.
—¿Y de cualquier color?
—De cualquier color
-dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?
—Yo no sé,
dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.”

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