lunes, 19 de octubre de 2009

Desarrollo vs. subdesarrollo

Había una vez
una Nana institutriz que a diario atendía a tres niños judíos y me contó no hace mucho que la consigna de los padres es: -No me los deja ver televisión escuchar determinado tipo de música, muchos juegos y ejercicio al aire libre, y hábleles bastante en idioma Español. Su alimentación es a base de carbohidratos, nada de carne de cerdo, nunca mariscos que vengan en conchas, muy buena ensalada de vegetales y frutas, poca sal. Nada de juguitos de anilinas, nunca bebidas kolas ni calientes que contengan cafeína o nicotina. Agua de sobremesa. Su tutor es también un maestro particular que los ubica en la onda del desarrollo humano y del progreso científico. Igual que Simón Rodríguez hacía con Simón Bolívar, y la negra Hipólita que fue su nodriza.

La pregunta que se formula a la vista es acerca de la diferencia del mundo industrializado del norte y el mundo subdesarrollado del sur. ¿El Por qué de semejante brecha?

Tan sencillo como lo siguiente.
El norte de América fue conquistado por anglicanos que se dedicaron a desarrollar la industria a la par que la agricultura, pero principalmente tenían una visión del futuro muy distinta a la del pobre Colón que murió sin saber a dónde había llegado. No fue capaz de derivar en estado de alerta. Derivar en estado de alerta es disfrutar del viaje y del paisaje y escuchar a la madre Naturaleza con los ojos, con todos los sentidos alerta, y no simplemente saber que sale de un punto ‘A’ con dirección a un punto ‘B’.

En tanto que los peninsulares que llegaron al sur venían precedidos por la cruz y la espada en la más voraz rapiña de que se tenga noticia; poetas, curas y putas, diría un paisa grosero; no montaron fábricas sino conventos y cuarteles, y se dedicaron a fomentar la caridad mendicante.
—“Que sea lo que dios quiera”, —“soportar pacientemente las adversidades de este mundo para poder alcanzar el cielo”. Allí es cuando la re-ligi-ón se convierte en droga de mala calidad al servicio de los poderosos que la saben utilizar. Y si las gentes se están desviando del redil montan de inmediato un reinado de bulimia, un campeonato de catapiz, o un estatuto de seguridad que permita ejercer el control sobre la mente y actos del parroquiano.

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